Biografía de Ljudmila Pavlichenko - La francotiradora soviética más letal de la WWII


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La película “Enemigo a las puertas” no solo lanzó a la fama a Jude Law como actor sino que también nos permitió descubrir la figura de Vasili Záitsev, todo un mito en la antigua URSS y el francotirador soviético más famoso de la Segunda Guerra Mundial.

Pero hoy, en freaks que hicieron historia, vamos a contar otra, la de otro icono similar de esta época. También con una puntería letal y que tiene una película que cuenta su historia – La batalla por Sebastopol de 2015-. Y es que tras cierta polémica con el último Call Of Duty anunciado, por parte de algunos “analfaburros” como decía uno de mis profesores de EGB, que saben mucho pero leen poco y dicen que las mujeres en la Segunda Guerra Mundial fueron parte del decorado y poco más, hablaremos y recorreremos la vida de Ljudmila Pavlichenko, el Ángel de la Muerte del ejército ruso en la segunda guerra mundial, la francotiradora más letal de la historia.

Ljudmila Mijailivna Pavlichenko nació en la localidad ucraniana de Bila Tserkva el 12 de julio de 1916, aunque se trasladó con su familia a Kiev a la edad de catorce años. Allí, mientras trabajaba como obrera en una fábrica, se incorporó al club de tiro OSOAVIAKHIM, convirtiéndose en una experta tiradora con numerosas medallas y condecoraciones por su talento.



Pero la verdadera leyenda de Ljudmila empieza en junio de 1941, cuando aún estaba enfrascada en sus estudios de historia en la Universidad de Kiev. El tercer Reich lanzó la "Operación Barbarroja". La Alemania nazi comenzó la guerra contra la Unión Soviética y uno de los primeros objetivos fue Kiev, donde se redujo a cenizas la facultad donde estudiaba nuestra protagonista, con cientos de bajas entre sus compañeros.

Pavlichenko no lo dudó y movida por un fuerte sentimiento de venganza, se apresuró a alistarse para acabar con aquellos que la habían dejado sin amigos, sin carrera y, aparentemente, sin futuro. Entró decidida en la la oficina de reclutamiento del Ejército Rojo, solicitó unirse a la infantería y empuñar un rifle. El reclutador simplemente se rió de ella en la cara y le dijo que valía más de enfermera que de soldado. Pero, como ya veréis a lo largo de su historia, Ludmila no fue de las que se amilanan y ni corta ni perezosa le tiró encima de la mesa todas las medallas que había obtenido en las competiciones de tiro desde su juventud. Ante tal evidencia, Pavlichenko se incorporó inmediatamente a la 25º División de Infantería del Ejército Rojo.

Ni que decir tiene que el reclutador se quedó mudo y Ludmila se unió a la vigesimoquinta División de Infantería del Ejército Rojo, que llegó a contar, de nuevo, información para todos los que se echaron las manos a la cabeza por  con 2000 francotiradoras soviéticas, aunque sólo unas 500 sobrevivieron a la guerra.

Cuenta la leyenda – que no podemos olvidar que la segunda guerra mundial tuvo bastante de propaganda y de hacer más grandes las gestas de los que fueron los héroes de uno y otro bando para animar a las tropas – que el primer día de batalla, Liudmila y un joven francotirador vieron a un grupo de nazis, ella dudaba en disparar pero al ver caer a su compañero abatido, perdió cualquier rastro de compasión y acabó con la vida de los nazis en un instante

Llendo a los registros, Ludmila abatió a sus dos primeras víctimas cerca de Belyayevka, usando su fiel rifle de cerrojo Mosin-Nagant soviético, que la acompañaría en todas las batallas. Adaptado para el tiro de precisión con una mira de cuatro aumentos, este disparaba balas de 9,6 gramos a una velocidad de 853 m/s, siendo efectivo hasta aproximadamente los 1000 metros.
La soldado Pavlichenko se encaminó después y durante, aproximadamente, dos meses y medio, a las zonas de Odesa, donde se adjudicó 187 bajas entre los nazis, quienes ya empezaban a temer a esta implacable francotiradora que era capaz de ganar en duelo a los más expertos de entre los nazis. Ya respetada por sus compañeros y muy temida por sus enemigos, se cuenta que los alemanes gritaban desde sus tanques, animándola a que desertara del Ejército Rojo ofreciéndole chocolate, ropa y hasta dinero… pero lo único que recibían era una bala certera que acababa con su vida.

En esta época y dentro de la división de francotiradores es también donde conocería a su primer esposo, Leonid Kitsenko, aunque su matrimonio duró muy poco ya que el joven sería abatido poco después de casarse. Esto no hizo sino que Ljudmila se hiciera aún más letal y cruel.



Cuando los rumanos obtuvieron el control de la zona, su unidad fue retirada para ser enviada a servir en el cerco de Sebastopol, en la península de Crimea. En mayo de 1942, apenas un año después de empezar a conbatir, ya había alcanzado el grado de teniente y logró una mención especial por el Consejo del Ejército Soviético del Sur debido a sus 257 alemanes abatidos.

Fue en este terreno donde se enfrentó a, al menos, 36 de los mejores francotiradores alemanes, algunos con más de 200 soldados soviéticos abatidos. Sin embargo, ninguno de ellos pudo con Ludmila. Era inteligente, audaz y, sobre todo, original. Algunos de sus trucos consistían en situar maniquíes o cadáveres atados a los árboles para que los soldados enemigos dispararan y revelaran su posición. También se ocultaba en la lluvia, para disimular su silueta y amortiguar los disparos enemigos o colgaba trozos de tela en las zonas de viento, para hacer creer que estaba allí y hasta se hacía la muerta para hacer salir al tirador enemigo y abatirlo. También disparaba a sus víctimas en las piernas, confiando en que los gritos de auxilio harían acudir otros alemanes y causando así mucho más daño en las líneas enemigas. Sigilosa y mortal, fue entonces cuando adquirió su apodo en las filas alemanas: “la perra rusa del infierno”, aunque hay que admitir que los alemanes la conocían por su nombre de pila… y la temían. Entre los soviéticos por lo general la llamaban “La Dama Muerte” o “El Angel de la Muerte”.

Fue en Sevastopol donde la muerte la visitó más de cerca. Tras varias encarnizadas batallas, una ráfaga mató a varios superiores por lo que Ludmila tomó cargo de la compañía y la retornó a un lugar seguro, ganándose el respeto de sus compañeros y la admiración de los soldados en el frente. Sin embargo, la situación pronto se tornó crítica. Nuestra protagonista luchó ferozmente en el frente hasta junio de 1942 cuando fue gravemente herida por fuego de mortero. Dada su condición de heroína y de icono para las tropas soviéticas, fue retirada del frente para alivio de los aterrorizados soldados alemanes. Jamás volvería a las trincheras. Con 309 bajas confirmadas (incluyendo 36 francotiradores) se había convertido en un emblema para los rusos, y, por tanto, su vida era demasiado valiosa para ponerla en riesgo.



Este no fue, ni mucho menos, el fin de la leyenda de Ludmila Pavlichenko ya que el mismo, e infame, Joshep Stalin tenía muchos planes para ella. Fue enviada de viaje a Canadá y los Estados Unidos para llevar a cabo una visita de propaganda y se convirtió en el primer ciudadano soviético en ser recibido por un Presidente de los Estados Unidos. El presidente Franklin D. Roosevelt y su esposa Eleanor la recibieron en la Casa Blanca y, os podéis imaginar que en un país tan “carca” como Estados Unidos en ese tiempo, la figura de una mujer soldado causó conmoción y, tristemente como pasa también en ocasiones todavía, muchas de las preguntas que la hicieron fueron directamente bochornosas. Apodada como la "Sniper Girl" por el New York Times, Lyudmyla tuvo que soportar las constantes preguntas absurdas sobre su vida como francotiradora y su feminidad. Los periodistas, lejos de ver la valía y el valor de esta dura soldado ucraniana  se interesaron por si usaba maquillaje para pelear, si el uniforme creía que la hacía gorda o si llevaba ropa interior durante las batallas.

Pero, al igual que el impertinente reclutador en Kiev, todos estos se quedaron mudos con la respuesta de Ludmila: “En mi país las mujeres luchan junto a los hombres en el campo de batalla” y añadía “he matado a más de 309 fascistas, ... ¿no creen que ustedes se han estado escondiendo detrás de mí demasiado tiempo?”



La primera dama acabó trabando una buena amistad con Pavlichenko, tanto que la invitó a recorrer hasta 43 ciudades para que todo el mundo pudiera ver su ejemplo de valor y determinación. Apareció antes en la Asamblea Internacional de Estudiantes, que tuvo lugar en Washington D. C., siendo recibida como una heroína. Más tarde asistió a reuniones en el Congreso de Organizaciones Industriales, realizó apariciones y discursos en Nueva York.

La propia Eleanor Rosevelt, ya como regalo de despedida, ofreció a Ludmila un rifle Winchester con mira óptica, el cual se exhibe hoy en el Museo Central de las Fuerzas Armadas en Moscú.

Habiendo alcanzado el rango de comandante, ya no regresó al frente, sino que, continuo en el ejercito como instructora entrenando a cientos de francotiradores soviéticos antes del fin de la guerra. En 1943 recibió la Estrella dorada que la condecoraba como Héroe de la Unión Soviética y también recibió la Medalla de la Orden de Lenin. Tras la guerra, terminó su formación en la Universidad de Kiev, cerrando su etapa como soldado y empezando su carrera como historiadora, aunque, entre 1945 y 1953 fue ayudante del Cuartel General Principal de la Armada Soviética y más tarde, fue miembro activo del Comité Soviético de Veteranos de Guerra.

Lyudmyla Pavlichenko moriría el 10 de octubre de 1974, a la edad de 58 años está enterrada en el Cementerio Novodévichi en Moscú. Su gesta como francotiradora y su relación con Eleanor Roosevelt ha sido motivo de inspiración de la película que antes hemos mencionado, “La batalla por Sebastopol” (2015) donde también podemos escuchar, y con ello cerramos este relato de su vida, otra de sus grandes frases: Las mujeres no solo curan heridas, también las abren




Comentarios

  1. Hola, ya vi la película y es increíble la historia de esta mujer , demostrarle a su padre que era igual de valiosa que un hombre y al mismo tiempo sentirse amada ; aunque me hubiera gustado que subieras fotos de ella y su hijo

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